La interiorista que viste de un clasicismo renovado las viviendas más lujosas de Madrid... y de EEUU, México, Catar: "No son casas de 'guau', son para vivirlas" (2024)

Dice María Santos (Málaga, 1987) que ha tenido mucha suerte. También que a todo siempre ha contestado sí. Quizá sea esta segunda afirmación la que más haya sumado a la realidad que está viviendo. Porque la suerte nunca viaja sola. Trabaja incansablemente para hacer más bonita la vida de los demás, impregnando de su inconfundible estilo, un clásico renovado, cada una de las viviendas de lujo que viste. Es una de las interioristas españolas más cotizadas del momento. Y su salto a nivel internacional desde prácticamente sus inicios no ha hecho más que encumbrar su nombre.

Confiesa desde la intimidad de su estudio, fiel reflejo de lo que es y lo que hace, que a sus padres les hacía ilusión que siguiera la estela familiar, la de Derecho, y que por ahí tiró más por obligación que por devoción. A medio camino, se rebeló y ya metida en arquitectura su vida cambió: «Me busqué prácticas desde primero. Y mis vacaciones las dedicaba a ver cosas que estudiaba en la universidad. Quería absorberlo todo».

De la mano de Galán Sobrini dio sus primeros pasos. Y cuando decidió volar por libre, allá por 2015, dos golpes de suerte la acompañaron. El primero, que un familiar le alquiló un local en un sótano de Hermosilla con la tranquilidad que eso supone si los números no salían. El segundo, que tan sólo 15 días después de asentarse, una de las familias más ricas de Chile la contrató. «Eso me hizo despegar», asegura.

«Mi hermano tenía un cliente chileno que quería comprar una casa y no tenía plano. Me dijo si podía ir a medirlo. Era un piso de 400 metros, sin luz. De paso, por si colaba, le hice una propuesta de interiorismo para la casa. Me pasé todo el fin de semana dibujando», recuerda. Y en aquel triple que tiró, encestó. «Cuando lo vieron, me llamaron. Querían que viajase a Chile para conocerme». Sin dar crédito, cambió su luna de miel por aquello.

«Tenía pesadillas. No tenía experiencia y pensaba que no iba a estar a la altura. Esa gente tiene casas por todo el mundo. Y yo venía de presupuestos muy low cost. No controlaba de marquetería ni de mármoles naturales (ahora sus básicos). Tenía miedo pero también ganas de hacerlo todo perfecto», reconoce. Pese a todo, los clientes quedaron encantados y aquel primer proyecto, publicado en varias revistas, la popularizó.

Desde entonces su carrera no ha hecho más que sumar. Y siempre con puntos importantes de inflexión en momentos clave de su vida personal. Su primer proyecto internacional, en Nueva York, le llegó embarazada de su primer hijo. Y esperando al segundo, le llegó otro especial en México: «Cuando sales fuera, la gente te ve con otros ojos».

«Tuve mucha suerte al principio, pero a partir de ahí, cada oportunidad la he aprovechado al máximo. Y nunca se me han caído los anillos. He empezado muy de cero, aunque siempre he tenido claro que me quería dedicar al residencial de lujo», asegura, pues es ahí donde se pueden hacer las cosas más especiales. Porque ella, lejos de las modas, mira al pasado para llenar de detalles cada hogar. «Hago casas que se puedan heredar de generación en generación, que cada día sean más bonitas. Con obras de arte, antigüedades... Me gustan las cosas que envejecen y perduran», indica la interiorista. «Todo está inventado. Nosotros traemos a hoy esas cosas del pasado». Sus espacios, ricos en materiales nobles, «transmiten mucha paz». «No son casa de guau, son casas para vivirlas», avisa.

Ese gusto por lo decadente le ha llevado a abrir en el bajo de su estudio, sin buscarlo, Bingutti, una tienda con las antigüedades que trae de sus frecuentes viajes a Francia e Italia. «Era una casa con mucho encanto, con sus papeles originales, que se quedó parada en el tiempo. Querían echarla abajo y me la quedé. Después de dos años sin saber qué hacer con ella, decidí dejarla tal cual y llenarla de muebles».

Hoy, implicada en cada proyecto, nada le asusta. Y con frecuencia tiene que decir no. Cosas del prestigio. «En Madrid hay un boom bestial y rechazo muchas cosas que me encantaría hacer. Pero es imposible llegar a todo».

ADN

  • Su estudio está en Príncipe de Vergara, 5
  • En su trayectoria, suma más de 150 proyectos.
  • Ha trabajado en EEUU, México, Catar, Alemania, Francia y República Dominicana.
La interiorista que viste de un clasicismo renovado las viviendas más lujosas de Madrid... y de EEUU, México, Catar: "No son casas de 'guau', son para vivirlas" (2024)

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